Desde el momento en que cruzas el umbral, el mundo se transforma. La luz ambiental es mínima, casi nula, dando paso a una atmósfera misteriosa y expectante.

Los potentes proyectores de luz ultravioleta, conocidos como “luz negra”, bañan cada rincón del espacio. Es entonces cuando ocurre la metamorfosis: cualquier objeto blanco o fluorescente cobra vida con una intensidad asombrosa, brillando con colores eléctricos que parecen flotar en el aire.

Tú y tus invitados se convierten en parte de la decoración. La ropa blanca resplandece en tonos de azul etéreo. Los accesorios, como pulseras, lentes y sombreros fluorescentes, emiten un halo vibrante. Y la pintura corporal neón… ¡ahí está la verdadera diversión! Líneas, diseños y garabatos luminosos adornan pieles y rostros, creando un verdadero lienzo humano en movimiento.